¿Qué es el apoyo conductual positivo en el trastorno del espectro autista?


Antes de comenzar a conocer el mundo del apoyo conductual positivo es conveniente dar una breve definición del Trastorno del Espectro del Autismo (i.e., TEA) para comprender de una manera más completa lo que viene a continuación. El TEA es una alteración del desarrollo, una forma de procesar la información que viene acompañada de necesidades de apoyo de condición social y patrones de conducta. Además, no podemos ver el TEA como algo lineal, sino que se considera algo más circular, más complejo.

Con el paso de los años se consideró que se tenían que observar los problemas de conducta en el TEA desde mirada más general y poniendo el foco más en la modificación del contexto donde se da ese problema que en la mera corrección de la conducta.

El apoyo conductual positivo (i.e., ACP) pretende aportar mirada más amplia, más comprensiva y con más perspectiva de lo que le está sucediendo a la persona. Analiza la causa de los problemas de conducta que la persona puede tener. Su mirada se centra en estructurar y, en enseñar nuevas habilidades y estrategias proactivas y, sobretodo, se centra en los efectos a largo plazo.

El ACP sería el conjunto de estrategias que, a través de la adaptación del entorno y la enseñanza de habilidades, busca minimizar los problemas de conducta y mejorar la calidad de vida. Cuando estamos ante un problema de conducta debemos tener en cuenta que muchas de los comportamientos que emite el niño tienen una función. Los problemas de conducta se dan más en unas situaciones que en otras por lo que debemos buscar los desencadenantes de estas conductas y, también es muy importante, observar cómo es la respuesta de su entorno, ya que puede aumentar o reducir su comportamiento.

Una creencia popular que existe en el mundo de los problemas de conducta es la funcionalidad del castigo. Sin embargo, en el ámbito del TEA el castigo no es lo que mejor funciona ya que no enseña conductas alternativas, va perdiendo eficacia y puede generar una respuesta emocional totalmente contraria a lo que esperamos.

Las personas con TEA no emiten conductas violentas o agresivas con la finalidad y voluntad de hacer daño a la otra persona, sino que no cuentan con las habilidades para hacerlo de otra forma. Es por ello que el apoyo conductual positivo les enseña alternativas para las conductas desajustadas. Las habilidades que más influyen en que desarrollen conductas desajustadas son la comprensión social, la comprensión del lenguaje, la expresión, la inflexibilidad, las alteraciones sensoriales, la dificultad para el autocontrol, y las dificultades en el juego y en el tiempo libre.

Para que el Apoyo Conductual Positivo funcione y sea eficaz es recomendable seguir las siguientes recomendaciones:

  1. Crear un equipo. Cuando es solo una persona la que mira se pierden muchos detalles y muchas visiones. El equipo tiene que ser interdisciplinar pero siempre tiene que estar la familia involucrada. Como profesionales que atendemos al niño o niña debemos de estar unidas y de remar todos a uno para el beneficio de nuestro paciente.
  2. Evaluación personal: analizar las capacidades, puntos fuertes y débiles y los intereses de la persona.
  3. Evaluación funcional: definir el comportamiento de la persona, observar qué pasa antes de que la conducta se lleve a cabo, identificar las consecuencias que propician que la conducta se siga manteniendo al igual que todos los cambios que pueden suceder en su entorno y señalar la función que tiene dicha conducta. Toda conducta que consigue su objetivo tiene más probabilidad de repetirse en un futuro. Estos objetivos pueden ser: llamar la atención, comer, evitar realizar alguna tarea, expresar de sentimientos, etc.

El objetivo del ACP no se centra sólo en eliminar la conducta problema o en reducir el nivel sino en mejorar la calidad de vida de la persona y de su entorno. Lo que se consigue es que el profesional observe y evalúe los puntos fuertes y débiles en diferentes áreas, como son las relaciones sociales, la amistad, rutinas, ocio, autonomía, etc. También el profesional recoge información de las diferentes personas que forman la vida de la persona, como son padres, centro educativo, hermanos, familia extensa, etc. La recogida de mucha información, diferentes puntos de vista,… enriquece el trabajo que se va a realizar en terapia y se puede realizar un tratamiento más individualizado de la persona.

Cada vez el apoyo conductual positivo se está utilizando más ya que se ha comprobado que es más eficaz, más individualizado y permite tener una visión más amplia de la vida de la persona. Así como, el ACP nos permite tener a los profesionales una mirada más amplia y poder trabajar interdisciplinarmente con un mismo objetivo. Dicho objetivo está orientado a tener en cuenta las preferencias de la persona en lugar de priorizar las preferencias de los profesionales.

 

Bibliografía

Carr, E. (2013). El apoyo conductual positivo: filosofía, métodos y resultados. Siglo Cero, 29(5), 5-9.

Centro de Documentación y Estudios SIIS Dokumentazio eta Ikerketa Zentroa Fundación Eguía-Careaga Fundazioa. (2011). Buenas prácticas en la atención a personas con discapacidad. Vivir mejor: Apoyo conductual positivo. Vitoria-Gasteiz: Diputación Foral de Álava.

Elena de Mateo

Psicóloga en formación en AFIP-Instituto Centta