En la actualidad, la hipnosis es una técnica consolidada y aceptada por los profesionales de salud. Se encuentra en continuo auge y con la acumulación de nuevos estudios que evidencian sus conocimientos científicos, tanto desde la investigación y práctica clínica como en la investigación básica de los laboratorios. Sin embargo, como consecuencia de su mala praxis (la hipnosis como espectáculo, su uso por cualquier persona no acreditada como profesional de la salud, o abordar planteamientos sin evidencia clínica y científica demostrada), se origina una pérdida de su credibilidad y da lugar a confusión al ser identificada como una pseudoterapia, generando que su validez y eficacia pueda verse afectada.
La hipnosis supone un proceso durante el cual al sujeto se le administran sugestiones que fomentan experiencias imaginativas. La inducción hipnótica se utiliza para evaluar y estimular respuestas a las sugestiones. Durante la hipnosis, el sujeto es dirigido por el profesional con el fin de que responda a sugestiones que producen alteraciones en la percepción, sensación, cambios en la experiencia subjetiva, emoción, pensamiento o conducta.
El proceso hipnótico es, en esencia, una relación de comunicación entre el paciente y el profesional, que pretende generar comportamientos determinados basados en cambios en la experiencia subjetiva, respuestas somáticas y ejecución motora en función de ciertas sugestiones previas. De modo que existe una cooperación por parte de quién es hipnotizado.
Para someterse a una terapia con hipnosis se necesita una cierta capacidad de concentración y de imaginación. Además, resulta fundamental que la persona interesada se implique emocionalmente y se deje llevar con facilidad. Como cualquier otra técnica o herramienta psicológica, su aplicación no es adecuada para todo el mundo. Mientras algunos pueden obtener resultados beneficiosos, otros en cambio, no consiguen ningún tipo de mejoría. Por este motivo, una de las preguntas más formuladas es: ¿por qué existe esta variabilidad en los beneficios de la hipnosis en distintos pacientes? Una de las hipótesis más ampliamente aceptadas es, que los beneficios conseguidos a través de la hipnosis dependen la mayor parte de la sugestionabilidad de los pacientes. Se diferencian, así, tres tipos de pacientes según su nivel de sugestionabilidad:
- Los altos: que responden fácilmente a la mayoría de las sugestiones.
- Los medios: a los que se puede hipnotizar, pero resulta más complicado que respondan a todas las sugestiones.
- Los bajos: resultan extremadamente difíciles de hipnotizar.
No obstante, la importancia de la evaluación y la consideración del grado de sugestionabilidad para el empleo o no de la hipnosis, dependerá de la naturaleza del problema clínico, ya que en los casos en donde la hipnosis sea implementada para realizar cirugías sin anestesia, la evaluación de la sugestionabilidad se convertirá en crucial; sin embargo, para su uso en otras aplicaciones probablemente no resulte tan imprescindible.
De todos modos, algunos trabajos apuntan que la sugestionabilidad de los sujetos no es un rasgo inamovible, sino que se puede modificar. De hecho, se afirma que un buen vínculo terapéutico incrementa la sugestionabilidad, lo cual afirma la idea de que el estado hipnótico es un continuo que se inicia en la relación entre el paciente y el terapeuta. Igualmente, existen investigaciones que apuntan que la sensibilidad a la sugestión puede ser modulada por varios factores como son el entrenamiento en relajación, auto hipnosis o por variables psicosociales, con el fin de generar autoeficacia y sentimientos de control para responder de manera más eficaz a las sugestiones.
En la actualidad los estudios abalan su máxima eficiencia en el manejo y la reducción del dolor, como migrañas, lumbalgia o fibromialgia. También resulta muy eficiente en el manejo y reducción de las reacciones de ansiedad, fobias o pánicos y depresión, así como en el trastorno de estrés postraumático. En estas áreas la hipnosis clínica es una gran herramienta de intervención, siempre y cuando, la terapia se encuentre guiada por un profesional de la salud.
Hasta el momento, tanto estudios de laboratorio como en la práctica clínica han demostrado que el uso de la hipnosis no contrae peligros para salud física y mental siempre y cuando esta técnica sea realizada por profesionales de la salud con la habilitación correspondiente.
A continuación, algunos tópicos mistificados y que la investigación de laboratorio ha refutado empíricamente son los siguientes:
1) La hipnosis clínica no es una terapia. Es una técnica que puede utilizarse aisladamente a través de estudios clínicos controlados y aleatorizados, o también como parte de un programa terapéutico.
2) Es una técnica surgida a mediados del siglo pasado, y es reconocida y adaptada por asociaciones profesionales internacionales tanto médicas como psicológicas. Un ejemplo de ello es la British Medical Association, quien en 1955 fue de las primeras organizaciones en aprobar el uso médico de la hipnosis.
3) Posee una larga tradición en la investigación desde sus estudios a mediados de los 50 en los laboratorios de psicología hasta estudios más actualizados en neurociencia y neuroimagen.
4) Los procesos neurofisiológicos y psicofisiológicos que subyacen a la respuesta a la hipnosis han sido estudiados mediante técnicas de neuroimagen cuyos resultados han sido publicados en revistas de gran impacto, como son: Lancet, JAMA, Nature Review: Neuroscience, Cortex, Neuroimage, etc.
Con todo ello, se puede concluir que la hipnosis es una herramienta empleada tanto por psicólogos como médicos. No presenta efectos adversos y sí beneficios terapéuticos demostrados empíricamente en diferentes patologías. Sin embargo, la hipnosis en el tratamiento de estos trastornos no suele emplearse como técnica aislada, sino dentro de una terapia más amplia. Por tanto, afirmar que la hipnosis es eficaz significa que ayuda a incrementar la eficacia de otros tratamientos a los que se le añade como adjunto.
Rocío Díaz Callejo
Psicóloga en formación en AFIP-Instituto Centta
REFERENCIAS
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