El uso de diagnósticos en la práctica clínica de la salud mental ¿ayuda o perjudica?


En la actualidad, la sobre-medicación se ha convertido en un problema de gran preocupación en España. La venta excesiva de fármacos como solución rápida para tratar una amplia gama de condiciones y síntomas se ha convertido en un problema actual. Esta práctica, aunque puede ofrecer alivio temporal, plantea serios interrogantes sobre la salud y el bienestar a largo plazo de los individuos, así como sobre el sistema de atención médica en su conjunto. La sobre-medicación no solo implica el uso innecesario de medicamentos, sino que también puede resultar en efectos secundarios indeseables, adicción y un aumento significativo de los costos de atención médica. Ante este panorama, es fundamental examinar detenidamente las causas y consecuencias de la sobre-medicación en España y explorar alternativas más seguras y eficaces para el manejo de la salud y el bienestar.

En los últimos tiempos, se observa una tendencia preocupante hacia la patologización de situaciones comunes de la vida diaria. En España, el porcentaje de personas que se estima padecer una enfermedad mental varía entre el 6% y el 27% de la población general. Sin embargo, los datos revelan que entre el 25% y el 29% de los pacientes atendidos en atención primaria reciben un diagnóstico de trastorno mental y, de ese grupo, el 68% es diagnosticado con enfermedades crónicas (López-Rodríguez, 2018). Estas cifras revelan una marcada discrepancia entre la estadística de personas que acuden a atención primaria y son diagnosticadas con enfermedades mentales en comparación con la prevalencia establecida de trastornos mentales en la población en general.

Es fundamental tener en cuenta situaciones vitales relevantes, la edad de la persona y la problemática específica antes de realizar un diagnóstico. Un claro ejemplo de cómo se podría patologizar un evento vital en la vida de un individuo es el proceso de duelo. Es importante considerar el contexto de la situación y comprender que es normal experimentar una profunda tristeza en ese periodo, sin que necesariamente implique la presencia de un trastorno depresivo subyacente. Asimismo, se ha observado que puede existir un sobre diagnóstico relacionado con hitos normales asociados a la edad. Por ejemplo, en el caso de la vejez, es común que aparezcan cambios cómo la hipo actividad sexual, la calvicie, una menor movilidad e, incluso, un leve deterioro cognitivo, que a veces se pueden patologizar erróneamente sin rastrear adecuadamente su origen. En muchas ocasiones, se enfoca únicamente en tratar los síntomas sin abordar la raíz del problema.

Otro problema que evidencia la tendencia a la patologización es el caso del insomnio. En lugar de recurrir de manera prioritaria a un abordaje psicológico, muchos profesionales de la salud mental optan por el uso de psicofármacos o hipnóticos, lo cual no atiende la problemática subyacente al síntoma. Según informes de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), los hipnóticos y ansiolíticos de acción media son los psicofármacos más utilizados en el tratamiento del insomnio, seguidos de los de acción prolongada (AEMPS, 2021). Esta preferencia por la farmacoterapia, sin una evaluación exhaustiva de las causas y sin considerar otras alternativas terapéuticas, contribuye al fenómeno del sobre diagnóstico y a la medicalización de problemas que podrían abordarse de manera más integral.

Una de las críticas dirigidas al Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana (DSM) radica en el constante aumento de enfermedades que se incorporan en cada versión actualizada del manual. Esta ampliación de etiquetas diagnósticas incrementa la posibilidad de encajar a un individuo dentro de una categoría de enfermedad, lo que puede reducir la responsabilidad tanto del paciente como del profesional y generar una falsa sensación de seguridad sobre lo que realmente está ocurriendo. Al asignar una enfermedad específica, se sugiere una etiología y, por ende, una explicación de por qué ha surgido. Esta dinámica exime de culpa al paciente, justificando sus acciones o malestar como producto de la enfermedad (Cerecedo, et al., 2013). El uso de etiquetas puede en ocasiones resultar iatrogénico en el curso de la enfermedad, ya que el paciente podría utilizar la enfermedad como una justificación para evitar asumir medidas para su propia mejora. En el caso de las enfermedades mentales, el diagnóstico de un trastorno puede alterar el locus de control del paciente en su comprensión de la enfermedad, atribuyendo la responsabilidad a fuentes externas (el diagnóstico) en lugar de considerar modificaciones internas.

El DSM-5 ha sido una herramienta de gran utilidad en la comunidad científica y en la práctica clínica como guía de consulta para clasificar y diferenciar diagnósticos. Según un artículo de Tyrer (2014), este sistema de clasificación diagnóstica tiene múltiples beneficios: es ampliamente utilizado en el ámbito clínico a nivel mundial, se considera la clasificación más válida disponible en la actualidad y se revisa periódicamente cada cinco años. El uso de diagnósticos facilita la comunicación entre los profesionales de la salud al brindar un lenguaje común para comprender y explicar los síntomas de un paciente. Además, resulta invaluable en la investigación al definir variables y utilizar características comunes en diferentes casos para respaldar la validez del manual. La revisión periódica permite ajustar los criterios y mantener la información actualizada, acercándose lo más posible a la realidad respaldada por evidencia empírica. Por lo tanto, es importante reconocer la necesidad de contar con el DSM como base para categorizar los trastornos. No obstante, es crucial ser cautelosos en el uso de etiquetas o diagnósticos con los pacientes, ya que esto puede tener un impacto en el desarrollo de la enfermedad.

En conclusión, el uso adecuado de etiquetas diagnósticas en la psicología clínica es fundamental para brindar una comprensión precisa de los trastornos mentales y proporcionar un marco de referencia común en la práctica clínica. Las etiquetas diagnósticas del DSM-5 han sido una herramienta valiosa en la comunidad científica, facilitando la comunicación entre profesionales y respaldando la investigación en el campo de la salud mental. Sin embargo, es esencial tener cautela en su aplicación, evitando la sobrepatologización de situaciones comunes de la vida diaria y considerando los contextos individuales, las circunstancias vitales y las características específicas de cada paciente. Además, es sumamente importante recordar que los diagnósticos no definen a las personas y que cada individuo es único e irrepetible. Al enfocarnos en una comprensión integral del paciente y abordar las causas subyacentes de los síntomas, podemos promover un enfoque terapéutico más holístico y personalizado, fomentando así la mejora y el bienestar a largo plazo. En definitiva, el uso adecuado de etiquetas diagnósticas en la psicología clínica debe buscar un equilibrio entre la comprensión y la individualidad, con el objetivo último de brindar un apoyo efectivo y compasivo a quienes buscan ayuda en su camino hacia la salud mental.

Ignacio Malo Pérez

Psicóloga en formación en AFIP-Instituto Centta

Referencias

Cerecedo Pérez, M. J., Tovar Bobo, M., & Rozadilla Arias, A. (2013). Medicalización de la vida. «Etiquetas de enfermedad: todo un negocio.». Atención Primaria, 45(8), 434–438. https://doi.org/10.1016/j.aprim.2013.04.014

López-Rodríguez, J. A. (2018). Sobrediagnóstico en ciencias de la salud: una revisión narrativa del alcance en Salud Mental. Atención Primaria, 50, 65–69. https://doi.org/10.1016/j.aprim.2018.08.001  

Ortega, C. (2014). Utilización de medicamentos ansiolíticos e hipnóticos en España durante el periodo 2000-2012. Ministerio de Sanidad, 1–4. http://tinyurl.com/pkl7zja  

Tyrer, P. (2014). A comparison of DSM and ICD classifications of mental 
disorder. Advances in Psychiatric Treatment, 20(4), 280-285. doi:10.1192/apt.bp.113.011296  

 Utilización de Medicamentos Ansiolíticos e Hipnóticos en España. Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. (2021, Mayo 12). https://www.aemps.gob.es/medicamentos-de-uso-humano/observatorio-de-uso-de-medicamentos/informes-ansioliticos-hipnoticos/