La fibromialgia y sus factores psicológicos


La mayor parte de la población ha oído alguna vez hablar de fibromialgia pero, ¿sabemos realmente todo lo que implica? A continuación intentamos esclarecer algunas cuestiones.

¿Qué es la fibromialgia?

La fibromialgia es un síndrome reumatológico caracterizado por un cuadro de dolor crónico musculoesquelético, sin que existan otras alteraciones que lo expliquen. Este dolor se puede presentar de forma generalizada por todo el cuerpo o de forma más intensa en alguna zona puntualmente.

Pese a que habitualmente la atención se ha centrado en el dolor (como síntoma más llamativo y característico), lo cierto es que junto a él pueden aparecer otras manifestaciones como fatiga, rigidez, problemas de sueño, colon irritable, cefaleas, ansiedad y depresión, entre otras. Todas estas manifestaciones sintomáticas, a su vez, influyen en la experiencia de dolor que siente la persona con fibromialgia.

Es conveniente remarcar que la fibromialgia no es un problema degenerativo, pero sí crónico.

¿Qué siente una persona que tiene fibromialgia?

Las personas que tienen fibromialgia suelen sentir inicialmente rabia y pasar una etapa de negación de la enfermedad. Posteriormente aparecerían sentimientos de tristeza así como de indefensión ante el dolor, con pensamientos como: “no puedo hacer nada para evitarlo”.

Al final, todos estos síntomas facilitan la aparición de dificultades con las actividades diarias, desde el ámbito familiar hasta el laboral.

¿Cuáles son las causas de la fibromialgia?

Hasta el momento, las causas de la fibromialgia no se conocen, pero hay cierto consenso entre los principales investigadores sobre determinados mecanismos que pueden derivar en la enfermedad. En general, los datos apuntan a que es posible que los síntomas de la fibromialgia sean consecuencia de una alteración cerebral de la sensibilidad al dolor, más que de una disfunción en los tejidos. Esto en el paciente provoca que su experiencia de dolor sea mayor, sin que exista -aparentemente- daño en los tejidos.

¿Qué hacer si tengo fibromialgia?

En primer lugar es imprescindible aceptar que se padece una enfermedad crónica que se debe conocer. Uno de los aspectos fundamentales para vivir con calidad pese a la enfermedad es aprender que, aun con las limitaciones que genera la fibromialgia, hay una diversidad de actividades que pueden continuar haciéndose.

En segundo lugar, es importante recordar que además del dolor están presentes aspectos cognitivos, conductuales y emocionales que influyen en cómo se vive éste.

En lo que respecta a la intervención sobre el componente conductual, las investigaciones han destacado el importante papel que ejercen las estrategias de afrontamiento activas y centradas en el problema. Por este motivo es recomendable que no se eviten tareas o situaciones y que no se centre excesivamente en descansar. Perseverar en las tareas es uno de los factores que ayudará a las personas con fibromialgia a percibirse más competentes en el manejo de su enfermedad.

Por otra parte, es relevante tener en cuenta las expectativas de autoeficacia de la persona (componente cognitivo). Esto implica que se sienta capacitado para realizar las diversas actividades pese a tener la enfermedad. Por este motivo es importante trabajar las expectativas de autoeficacia como estrategia para mejorar la situación que viven estas personas. En este sentido, Bandura (1992) afirmaba: “las personas con confianza en sus capacidades, se enfrentan a las tareas difíciles como retos que han de ser superados y no como amenazas”.

Las investigaciones también apuntan a que la autoeficacia generaría estrategias de afrontamiento activas, como perseverar en las tareas en lugar de evitarlas. Esto favorecería el tener mayor nivel de actividad, lo que contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas con fibromialgia. Además, parece que las expectativas de autoeficacia se relacionan de forma negativa con la ansiedad y la depresión.

Por otro lado, es importante tener en cuenta el componente emocional en esta enfermedad. Es normal que una persona sienta ansiedad cuando valora una situación como amenazante o peligrosa para su integridad, pero esta ansiedad se convierte en desadaptativa cuando se prolonga en el tiempo, como puede ocurrir en personas con fibromialgia. Esta ansiedad contribuye a incrementar tanto el dolor como el resto de síntomas que aparecen asociados.

Como se expuso al principio de este artículo, además de ansiedad es probable que aparezcan síntomas depresivos. Estos pueden comenzar manifestándose como una bajada del estado de ánimo, sentimiento de tristeza, apatía… y si estos síntomas no son atendidos y controlados, puede acabar desarrollándose un trastorno depresivo que, como la ansiedad, afecta de forma negativa al dolor.

Por todo ello, es importante atender a los factores psicológicos (cognitivos, conductuales y emocionales) que están presentes en la enfermedad y que interfieren y modulan la experiencia de dolor en personas con fibromialgia. En este sentido, la búsqueda de ayuda profesional y apoyo psicológico resultaría útil y necesaria para mejorar la calidad de vida de estas personas.

 

Natalia Gordillo Venegas

Psicóloga en formación en AFIP-Instituto Centta