En los últimos años, estamos siendo testigos de una paulatina normalización de la “sexualización” en menores de edad. La hipersexualización en la infancia se da en especial entre las niñas, pudiendo ser consecuencia de una perspectiva machista en la que se considera a la niña como un objeto que poseer y moldear, ya que los roles de género de los adultos se trasladan también a los menores. El cuerpo de la mujer se está utilizando como reclamo y mercancía, siendo la publicidad, videos musicales y moda, los escenarios más llamativos.
Por norma general el concepto de “sexualización” se entiende como sinónimo de sexualidad, siendo este enfoque inexacto, debiendo entenderse como una percepción que tiene la persona sobre sí misma como objeto sexual, siendo valorada por su atractivo personal al margen de su dignidad y aspectos personales; en otras palabras, “sexualizar” significa conceder de significado sexual a algo. La sexualización ocurre cuando se reduce el valor de la persona a su atractivo o comportamiento sexual, cuando se representa a la persona como un objeto y no como una persona libre de acción y decisión y también cuando se impone la sexualidad a una persona inapropiadamente.
La sexualidad infantil en las niñas es la manera en que ellas manifiestan ciertos aspectos que no les son propios, como la excesiva feminidad procedente de la carga sexual, así pues, la hipersexualización en la infancia supone la imposición de la sexualidad adulta a los niños, quienes no están preparados emocional, psicológica y físicamente para ello. Uno de los resultados de ello es el peligro de crecer bajo la creencia de que el éxito personal está vinculado a la imagen física. Esto afecta al desarrollo natural de las etapas de la vida y altera el crecimiento durante la infancia, pudiendo perder los niños la creatividad, espontaneidad y el disfrute. Las niñas, en especial, se sitúan en una aparente madurez que no entienden, rodeadas de una serie de mensajes con contenido sexual que puede desembocar en una falta de seguridad sobre sí mismas, restando autonomía personal y afectando a la autoestima. La influencia negativa de la sexualización en la autoestima puede ser un factor predisponente a desarrollar problemas en la conducta alimentaria, entre otros.
Un creciente número de niños y niñas acceden a Internet a edades cada vez más tempranas. Las redes sociales son un entorno virtual de interacción cada día más utilizado, en especial desde que es posible acceder desde los teléfonos móviles. La gente participa de forma activa con sus contactos, lo que ha facilitado una nueva forma de auto-presentación. A día de hoy, las redes sociales contribuyen al desarrollo personal y social de la persona, además de la formación de su identidad (self). En ocasiones, también implican un ejercicio de autovalidación para lograr la aceptación del resto, que a veces se manifiesta cuando alguien marca un “me gusta” en aplicaciones como Facebook o Instagram a una imagen, que suele ser con contenido sexual. El individuo puede convertirse en un objeto para sí mismo y verse desarrollando diferentes roles o papeles que le pueden dar una idea de quién es. Desde este punto de vista, interpretar roles nos puede convencer de que somos lo que representamos.
Las redes pueden infravalorar la personalidad
La presión que se ejerce sobre las mujeres para que hagan de su cuerpo y sexualidad el centro de su existencia se manifiesta en una cultura de exaltación de la sexualidad. La sociedad mantiene unos planteamientos sobre lo que supone ser hombre o mujer y lo transmite a sus miembros a través de varias formas, entre las que encontramos las redes sociales. Estamos ante el continuo discurso de que la sexualización forma parte de la naturaleza femenina. Así pues, la constante presencia de imágenes sexuales tiene un impacto importante, pues lleva a las menores a creer que su imagen física y atractivo sexual es lo más importante, infravalorando de esta forma la personalidad de la persona. Estar bajo esta influencia constante, lleva a muchas niñas a darles a otros el poder de decidir si ellas valen o no la pena (a menudo ese poder se basa en cómo se ven en una imagen), siendo esto dañino para la valoración de su autoestima. Los adultos también estamos influenciados por las redes sociales, pero tenemos más capacidad para diferenciarlas de la vida real, las niñas, sin embargo, sienten que lo virtual es lo real y esto puede ser muy dañino.
Este tema puede tener consecuencias más o menos graves en los menores, que pueden derivar en una patología. Al ser la apariencia física la principal fuente de aceptación, las capacidades cognitivas de la niña disminuyen adoptando un rol pasivo. Las habilidades sociales también se ven afectadas, en especial con otras chicas, ya que se aumenta la competitividad con los chicos. A día de hoy, las niñas que no entren en el ideal de belleza impuesto por la sociedad pueden sufrir rechazo de su círculo social, afectando enormemente a su autoestima, como se mencionaba anteriormente.
Las medidas para prevenir peligros en redes sociales
Las redes sociales son algo cada vez más utilizado a cualquier edad, por lo que es aconsejable enseñar a los más pequeños a usarlas de una forma responsable para poder prevenir problemas en un futuro. Los adultos deben estar alerta e informados para poder orientar al menor sobre los efectos negativos que puedan ocasionar.
Algunas cosas que podemos hacer los más mayores para poder proteger a los niños de las consecuencias de las redes sociales es aprender su funcionamiento, por lo que podría ser útil crearse un perfil en aquella red social que el niño utilice y ser su “amigo” para así poder monitorearles. Se aconseja también preguntarles de forma diaria, normalizando la situación, si han usado el ordenador o el teléfono móvil y si ha hecho algún chat o ha escrito algo en Facebook.
Compartir con los niños o adolescentes acerca de lo que hacemos nosotros en las redes sociales es una buena forma de establecer hábitos de conversación con los más pequeños y así llevar cierto control sobre el uso que hacen ellos de Internet.
Es necesario, para todas las edades, hacer énfasis en que todo lo que se manda por Internet o por el teléfono móvil puede compartirse con todo el mundo, así que es importante tener cuidado a la hora de mandar mensajes, fotos o vídeos, ya que todo el mundo podría tener acceso a esos documentos. Se les puede explicar lo que significa el “buen juicio” y las consecuencias de no usar buen juicio, desde las menores como un castigo hasta las mayores que podrían llegar a ser acciones legales como consecuencia de mandar mensajes con contenido violento o sexual. Es importante no animar a los niños a que hagan de las redes sociales un lugar para crear rumores falsos y amenazar o dañar la reputación de otros.
Para prevenir la sexualización en la infancia debemos insistir en educar e inculcar en la igualdad de género en niños, además de dificultar el acceso de los niños a Internet mediante barreras técnicas controladas, como pueden ser bloquear el acceso a portales de Internet pro anorexia o pro bulimia. Los medios deberían introducir un sistema de símbolos que permitan al espectador conocer el grado de manipulación al que se ha sometido una fotografía para mejorar la apariencia física de los famosos en las revistas para jóvenes.
En cuanto al tema de la moda, debería establecerse un consenso con los comercios de ropa sobre qué diseños son adecuados de acuerdo con los diferentes grupos de edad.
En definitiva, la principal medida que tenemos los adultos para prevenir peligros en las redes sociales es la comunicación con el menor, explicarles claramente los riesgos a los que se exponen puede hacer que sean más precavidos a la hora de publicar información personal y privada.